Recuerdo claramente cuando conocí a Marcos: año 1991 en La Guairita. El grupo OIKOS estaba organizando un viaje para escalar "A Poco No" en Kukenan, y a alguien se le ocurrió invitarlo como líder de una de las cordadas. Yo era uno de los treinta y tantos novatos que iba como equipo de apoyo, y no sabía nada de escalada, pero recuerdo muy bien mis impresiones de esos días antes y durante el viaje.

Marcos recién regresaba de Yosemite. Aventura de la que oiríamos tanto por los años siguientes, y siempre contadas con su estilo único y jocoso. Recuerdo pensar que estaba frente a un personaje místico. Un escalador auténtico. Uno de esos aventureros de los que lees en libros épicos. En perspectiva, ahora no solo me asombro de lo acertada que fue esa primera impresión, también me doy cuenta de que ésta precisamente fue la influencia que motivó mis intereses en la escalada.

A continuación de ese maravilloso viaje a la Gran Sabana, el cual ciertamente despertó pasiones de aventura a toda una generación en la agrupación, Marcos se unió al OIKOS y La Guairita se convirtió para mí en una especie de templo bajo su tutela. Por años tuve la inmensa fortuna de ser recibido bajo su ala como aprendiz, discípulo y para mi grandísimo orgullo, compañero en muchas aventuras y largos de escalada.

Y no existe ninguna duda de que este sentimiento no es solo mío. Durante esos años El Fuco, Andrés Montiel, Josechu, Anechu, Miguel Sosa y muchos otros disfrutamos de momentos que ahora parecen como sacados de un sueño. La risa contagiosa y la figura central de Marcos es para nosotros como la columna vertebral de esos recuerdos.

Marcos no solo hizo una contribución inmensa como pionero de la escalada en La Guairita, su contribución como maestro y fuente de inspiración para innumerables escaladores venezolanos en la roca y en la montaña es sencillamente incalculable.

Marcos, mi mentor, mi sensei, sin duda el mejor escalador que he conocido jamás... te extraño! A pesar de nuestras bromas sobre tu capacidad incansable de contar las mismas historias una y otra vez, hoy daría años enteros de mi vida por escucharte de nuevo y reír contigo. Como quisiera que hubieras sabido lo mucho que me enseñaste y lo inmensamente agradecido que te estoy cabrón!

Luis Cisneros